Esto es lo que entonces era el summum de la tecnología para el ocio |
Corría el año 1997, yo por aquel entonces tenía 7 años. La tecnología no era lo que es ahora, en casa no teníamos ni ordenador y las películas se alquilaban el videoclub. Recuerdo a mi padre decir muchas veces eso de "Yo si no viene rebobinado, no rebobino ¡Coño ya!". Ese año, cuando llegó Navidad, me regalaron una flamante Game Boy Pocket. Diría que con esa máquina lo flipé en colores, pero no, la Game Boy Color no me la regalarían hasta dos años después. De juegos me regalaron lo típico, uno de esos cartuchos que vendían en las tiendas de indios que ponía "100 juegos en 1" pero cuando habías pasado los primeros 7 juegos, todos eran repeticiones de los primeros con otros nombres. Como cualquier otro año, el día despues de reyes nos dejaban ir al colegio con los regalos de navidad, y ahí vimos que muchos llevabamos nuestras Game Boys con el cartucho ese, de un color gris aburrido, todos eran del mismo gris. Todos, menos uno. Ese uno era de un azul que resaltaba sobre todos los demás, un azul que lo situaba varios peldaños por encima de la jerarquia de los cartuchos.
Ese chaval, como una especie de profeta entre mortales, jugaba a un juego que marcó un diferencia. Mientras todos dábamos saltitos con el Mario cutre, el tenía un juego de verdad. Un día, tuve la suerte de que me lo dejase probar y todo un univeso nuevo se abrió antes mis ojos. No hay que ser muy avispado para darse cuenta a estas alturas de que hablo del Pokémon Azul. Poco a poco, todos los chavales fuimos probando el jueguecito de marras y tal fue el caos que se originó que no sería hasta tres meses después cuando yo tuviese mi propia copia del juego. En cuanto la gente supo de él, el stock comenzó a escasear hasta que un día mi padre consiguió traerme a casa uno de contrabando, puede que desde Andorra, no es que sea algomuy glamouroso, pero joder, al menos no venía metido en el culo de un moro.
Mi reacción al ver el juego puede que fuese algo así. |
Esta mierda te garantizaba el poder para gobernarlos a todos |
Por supuesto, como niño bien educado que era, empecé a llevar el cable al colegio. Gracias a mi pudimos empezar a cambiar Pokémon y echar combates entre nosotros, con eso, la competitividad empezó a aflorar y, en una situación así es bueno ser quien ostenta el poder. Ningún Pokémon se cambiaba sin mi consentimiento, ningún combate se realizaba sin yo saberlo. Tenía el monopolio, el dominio absoluto sobre los Pokémon de mi clase y como todo hombre poderoso, mi única meta era aumentar ese poder. Quería tener los mejores Pokémon de cada uno, al fin y al cabo si querían cambiar un Pokémon nuevo tendrían que acudir a mi, sabía que había en el PC de Bill de cada uno de ellos. Recuerdo con especial ilusión la vez que vi a un chaval con un Wartortle a nivel 32 con tan solo haber derrotado a un líder de gimnasio. Esa criatura tenía el mayor potencial que jamás había visto y no era yo quien lo tenía.
Obviamente, no podía hacerlo todo yo solo. Tabajaba en equipo con mis hombres de confianza, quienes me ayudaban a perpetrar mis fechorías y yo, a cambio, no les robaba sus Pokémon y compartía con ellos parte de mi botín. Ellos fueron quien cogieron el cartucho del chaval del super Wartortle en un momento de distracción. Cuando fue a seguir con su partida, el orgulloso líder de su equipo había sido misteriosamente reemplazado por un Caterpie a nivel 3. Y no os podéis imaginar la de Articunos que tenía. Joder, estaba en la puta cima del universo sin ser nada más que un puto niño gordo con un cable. Debía defender ese poder a cualquier precio. Si alguien se negaba a entregarme sus Pokémon iba a lamentarlo, pues no dudaría en inflarle a latigazos con el propio cable Link hasta que cambiase de idea. El primer Mewtwo que tuve, aceptaron cambiármelo por un Nidorán macho cuando a su dueño original le quedaban segundos para morir asfixiado por el cable Link.
Así era como me gustaba verme por aquel entonces |
Esto se está alargando demasiado y no quiero aburrir con mis historietas. Mañana sigo con esta historia de ambición y poder... ARRIVEDERCI.