domingo, 30 de octubre de 2011

Capítulo 8: De las más grandes disputas jamás vistas.

Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha encontrado placer en la batalla, en el imponer ideas propias frente a las ajenas mediante la violencia. El acero contra acero ha resuelto todo tipo de conflictos, se ha vertido sangre por conquistar nuevos territorios, por el amor de una bella doncella, por revelarse contra el orden establecido o simplemente por rellenar tiempo en El Señor de los Anillos. Con el tiempo, eso se ha ido reduciendo y nos hemos ido conformando con pegarnos gritos y mentar a nuestras familias en airadas discusiones por vete tú a saber qué narices. Para tal efecto, también hay variedad de impulsores que van desde "¡¡¡le has tocado el culo a mi novia!!!" hasta el: "Perdona tío, no sabía que tu novia fuese eso con bigote". Pero hoy vamos a centrarnos en algo que ha iniciado más disputas que nada sobre la faz de la Tierra: El Monopoly.

Con un dibujo así, el juego muy instructivo no puede ser.
El Monopoly es un juego que si bien su objetivo debería ser el unir a la gente y hacer pasar un buen rato a sus jugadores, lo único que consigue es sacar lo más oscuro de nosotros mismos. Al fin y al cabo, no deja de ser un juego de especulación urbanística, no me cabe la menor duda sobre en que ocupaba el tiempo libre durante su infancia Julián Muñoz. Antes de nada, me gustaría hacer un pequeño unboxing del mentado juego para que sepamos con certeza de que estamos hablando.


Bien sea el día de Navidad o de Reyes (En serio, nadie ha abierto un Monopoly en otra fecha) tus padres, en una medida desesperada por mantener a la familia unida te regala una caja del juego. Yo te recomendaría que si estás a tiempo, no la abrieses, eso es como la puta caja de Pandora, una vez abierta ya nada vuelve a ser como antes. Como seguramente ya sea tarde, que Dios de paz a vuestro hogar y procedamos con el unboxing.


Lo primero que se ve es el tablero, con sus propiedades, sus casillas de suerte, caja de comunidad y demás. Las propiedades varían en función de que edición sea, yo jugaba con la de Barcelona para saber un poco que compraba, pero haber hay de muchas ciudades. No, si estás leyendo esto desde Benajudilla del Monte, no te lleves a engaño, tu pueblo no tiene edición propia del Monopoly porque hacer un tablero con solo la calle mayor, una iglesia y un bar, no sería muy divertido. Al sacar el tablero están las cartitas de Suerte y Caja de Comunidad, creo que vienen unas 50 o así por mazo, pero da lo mismo, a la tercera partida se han perdido la mitad. También encontrarás unas casas la mar de monas y unas casas más grandes que tienes que creerte que son hoteles. Bueno, bien, simplemente abstente de metértelas en la boca (O por el culo, que avisar nunca está de más). Por ahí tiene que haber unas cartas con los nombres de las calles y las estaciones, que cuando es nuevo son muy bonitas, pero con el tiempo les aparecen cercos de cerveza y Cocacola, debido a que, por su posición en las partidas, acaban siendo usadas de posavasos.

Ediciones del Monopoly hay de todo lo que uno pueda imaginarse. DE TODO.
Aquí ya viene lo más guay del unboxing: los billetes y las fichitas. Los billetes son para pagar las cosas durante la partida, aunque también sirven fuera del juego para gastar bromas (malas) a los amigos en plan: "Toma, los cinco euros que te debía, jejejejeje" y descojonarte tu solo. Yo recomiendo llevar algunos en la cartera porque nunca se sabe cuándo puede surgir la oportunidad de ganarte al populacho con una broma de estas. Vale si, las oportunidades son escasas, pero muchos también lleváis condones en la cartera como si nunca os hubieseis visto la cara en un espejo (yo ya llevo solo los billetes, seguro que me son más útiles). Y las fichas, son unas piezas de metal con formas diversas que parecen reliquias de la antigüedad, las ves y crees que por fin tienes algo digno que legarles a tus hijos pero, para que engañarte, el otro día abrí mi Monopoly para documentarme y tenía aquello más oxido que las ingles de la Duquesa de Alba. Las formas van desde un adorable perrito, hasta un coche, pasando por un portaaviones, un sombrero, un zapato y ¿una plancha? Que cojones! Yo creo que es una forma arcaica de dar a entender que también podían jugar mujeres, porque ahora ya lo han cambiado por un pingüino, un móvil, un molino de viento y no sé que mierdas más.

En 1986 la empresa quiso ganar cuota de mercado sacando versiones de juego orientadas a minorías étnicas. Dichos productos fueron posteriormente retirados no pronunciándose la empresa nunca más al respecto.


Ahh si, antes de que lo olvide, también puedes encontrar un dossier de papelotes que por lo que dicen contienen las reglas del juego, pero no quiero asegurarlo porque no conozco a nadie que los haya leído aún. Las reglas del juego se pasan de jugador a jugador de forma verbal y, desde que se inventó el juego y de una forma prácticamente darwiniana la reglas se han ido adaptando a cada uno de los diferentes entornos en los que han hecho falta. A día de hoy, cada familia juega una versión distinta del Monopoly, con sus propias reglas respecto a la construcción de inmuebles, el parking gratuito, la cárcel, subastas y demás aspectos en los que se puedan malinterpretar las regla o simplemente el párrafo donde lo expliquen sea muy largo como para leerlo.

Esto hace que para jugar en familia el juego no esté mal, pero jugar con amigos puede acabar en una autentica barbarie que haría llorar al mismísimo Schwarzenegger (Si, está bien escrito). Antes de empezar la partida los amigos deben decidir un ruleset estándard y que solo servirá para ese grupo de amigos. En ese proceso de negociación cada jugador intentará imponer las reglas de su familia puesto que esto es una batalla en que está en juego el buen nombre de tu linaje. El problema es que hay familias cuyas propias interpretaciones de las reglas son bizarradas tales como poder meter un hotel en una calle que te acabas de comprar. Sin ir más lejos en mi familia nunca hizo falta tener todas las calles de un color para construir en una, pero había que volver a caer en la casilla de la calle pa construir. Tampoco supimos nunca que se podía pagar una cantidad simbólica para salir de la cárcel, con lo que la cartita de "Quedas libre de la cárcel" ha llegado a alcanzar precios estratosféricos en el mercado secundario. Se dice que un antepasado mío dio una vez un Paseo de Gracia con hotel a cambio de la cartita de marras tras sacar tres dobles seguidos. Yo luego jugando con amigos me tocó y me creí el puto amo, empecé a exigir propiedades y cosas y lo más que conseguí es que el anfitrión me rellenase el vaso de Cocacola por la carta.



El problema de esto es que a uno le descolocan los esquemas y ya no sabe a que está jugando y a mitad de partida se acaban improvisando barbaridades y, peor aún, ya no hay buen rollo. Los amigos ya los has perdido. Yo que he pasado por varias disputas de estas a lo largo de mi vida y he tenido que llevar el honor de los García hasta lo más alto, me leí Juego de Tronos y me pareció una mariconada enorme, esa gente no hace una mierda por sus familias.

Lord Eddard Stark, pensando en hipotecar Invernalia para pagar la casilla del impuesto de lujo.
Durante ya lo que es el juego en sí las trampas están a la orden del día, de hecho la gracia de este juego son las trampas. Trampas de todo tipo, desde el colar un hotelillo en vez de una casa, sisarle dinero destrangis a la banca, hacerte el sueco cuando toca pagar... todo vale, pero cuidao...¡CUIDAO! para ser mentiroso hay que tener memoria, y llevar la contabilidad B al día, que si no a la hora de negociar con otros jugadores vienen preguntas incomodas respecto al sospechoso origen de algunas de nuestras cuentas de activo. Esto si juegas con tu padre no pasa nada, pero tus antiguos amigos no te pasarán ni una. Por cierto, nunca confíes en el típico que nada más empezar dice: "Yo soy la banca!!!" la banca que vaya rotando, todos tenemos el mismo derecho a chupar del bote y si no, siempre que se queda para jugar viene el típico/a novio/a florero de alguno que a nadie cae bien, perfecto para encolomarle la banca y que esté entretenidito todo el rato.

En fin, desde aquí recomiendo encarecidamente juegos como el Trivial que no son tan conflictivos, o La Herencia de Tía Ágata, que a ese si que no sabe jugar ni su puta madre, pero el ejercicio de compañerismo y trabajo en equipo que supone el montar todo el tablero para luego acabar no jugando, reforzará los lazos entre los miembros de la comunidad.

Esto no son capaces de construirlo ni los de la facultad de arquitectura.

Con esto, nuevamente me despido, hasta pronto!