martes, 25 de diciembre de 2012

Review de la cena de Nochebuena de mi abuela.


Pues un año más vuelvo a casa con el buche lleno no solo de comida, si no también del orgullo y satisfacción que, cada nochebuena, nuestro monarca nos brinda en su discurso.

Este año he decidido que voy a hacer algo un poco distinto y siguiendo los pasos del ilustre Javier Barnés, un hombre que, cosa que ve, cosa de la que se siente obligado a hacer una review, yo mismo voy a hacer una  de lo que ha sido la cena de Nochebuena en casa de mi abuela. Una pequeña crítica constructiva, siempre en aras de mejorar la calidad del producto servido, pues el servicio del mismo y la agradable compañía de mi familia, son algo insuperable.

Lo voy a hacer paso a paso, siguiendo el orden en que los platos han sido traídos a la mesa, y dando una valoración numérica en base a mi criterio y al del resto de los presentes.

Empezaremos con el pica pica:

Pica pica: Al llegar a casa de mi abuela ya había en la mesa el clásico pica pica que a todos gusta para ir haciendo boca. Normalmente se tratan de unas torradas con paté, caviar de este del falso, unos embutidos, un queso... pero todo eso normalmente, porque este año no, este año  han sido unas lonchas de jamón salado de recebo y pan del Mercadona. La crisis afecta a todas las familias y la mía no ha sido una excepción. No obstante, debo decir que los otros años el jamón es lo único que me ha llamado la atención de esta etapa de la cena.

NOTA: 6. Un seis, no aprueba con mucha holgura por la escasez de variedad y  por la calidad del jamón, que no es precisamente la mejor, el sabor era correcto y la combinación con el pan, si bien es sabrosa, podría haber dado más de si con un poco de tomate untado y un poquito de aceite. De todas formas, quiero felicitar a mi abuela por su optimización de recursos, ha sabido extraer qué era lo más valioso del pica pica y ha prescindido del resto, algo para lo que no todas las abuelas tienen la valentía necesaria.

Un año vino el mismísimo Bertín Osborne a casa de mi abuela a cortar un jamón de los que anunciaba.

Primer plato: Sopa de pescado. Un clásico de la nochebuena en mi família. Este plato sufre una constante evolución tanto en sabor como en la presentación. Este año ha tocado la más espesa y turbia de las versiones. Parecía como si mi abuela hubiese ido a alta mar, hubiese cogido un par de cazuelas de océano, con todo lo que ello contiene ( Mejillones, residuos tóxicos, fitoplancton, bob esponja...) y lo hubiese puesto al turmix. Afortunadamente, ha compensado su horrendoroso aspecto con un sabor que rozaba la exquisitez, si bien pecaba de salado.

Yo personalmente no soy muy dado a las sopas, y menos cuando lo que me ponen en el plato parecen los restos del Prestige pero echando un par de pelotas al asunto he conseguido disfrutar de esta navideña especialidad de la que me hubiese gustado repetir. No ha sido posible porque, de nuevo, la crisis ha hecho mella en la cantidad disponible de este delicioso manjar.

NOTA: 8. Le he quitado un punto por el leve exceso de sal y otro por la falta de previsión que solo nos ha permitido disfrutar de un plato pequeño a cada uno. Nadie ha pasado hambre porque este solo ha sido el primero de muchos platos. En mi familia somos como hobbits cuando comemos.



Primer plato bis: No es bien bien un segundo plato, yo diría que es un puente entre el primer y el segundo plato. Han sido unas gambas, o langostinos, o escamarlanes, no se, la biología marina no es lo mío. Diremos que eran langostinos al horno con salsa pil-pil, la pinta estupenda, pero yo no los he querido probar porque yo el marisco... yo no entiendo como la gente es capaz de comerse algo tan horrible. Alguno dirá: "Más horribles han sido algunas de mis compañeras de clase y bien que han encontrado quien les com...." pero agradecería que nunca se llegase a completar esa frase. Personalmente, el único marisco que acepto el Sebastián el de la sirenita y a Tenacitas, y nunca en un plato.

NOTA: 7. Puede que parezca contradictorio con lo que he comentado al respecto, pero he querido basarme en la opinión del resto de comensales más que en la propia.

Te encuentras esto en tu cama y te cagas vivo.

 Segundo plato: Más pescado, esta vez merluza. Si, la famosa novela se hubiese llamado "La Vieja y el Mar", trataría sobre mi abuela haciendo la cena de nochebuena. Este para mí ha sido el plato estrella de la noche, acompañado además del all i oli más peleón que jamás haya probado este humilde paladar. Si su paso en boca ya era duro, no quiero ni pensar cuando tenga que pasar por otros orificios de mi organismo, pero el flamígero efluvio que de ahí puede salir, hará que más de un dragón coja complejo de simple lagartija.

NOTA: 9,5. No le pongo un 10 porque la perfección es solo para Dios, y a saber como acabará el altísimo celebrando el cumpleaños de su hijo. Cada año está más rico este plato.

Ahora ya dejamos la comida seria y pasamos a los postres. la organización de los postres es ya  algo muy caótico. Mi abuela se dedica a llevar a la mesa bandejas sin orden ni concierto hasta que consigue cebarnos a todos y rematarnos con su "Pos no sus quejéis tanto que mañana hay canalones"

Postre 1: Fruta, mondarinas (Así las llama mi abuela), peras y whiskis (Así les llama mi abuela). Destaco la incorporación de este pequeño aporte de fibra en mitad del atracón. Ya que mañana todo lo que hoy a entrado, va a tener que salir, se agradecerá que lo haga con la mayor gentileza posible.

NOTA: 7. Un sietillo, ni fu ni fa, está bien este pequeño paréntesis.

Postre 2: Frutos secos, se comen por inercia. la mayoría uno no sabe ni que son y las ciruelillas esas secas me parecen algo de muy mal gusto, a nadie le gustan y siempre quedan ahí en la bandejilla de un año para el otro, no se ni por que se siguen vendiendo. Y esto por no hablar de los dátiles, que me parecen una forma cruel y retorcida que tiene la naturaleza de decirnos que la diabetes existe y nos puede tocar a todos.

NOTA: 4. La parte aburrida de la cena que uno no sabe que hacer hasta que llega lo más rico.

Postre 3: Dulces varios, el motivo por lo que no hay quien entre en un gimnasio en enero. Para llegar a las máquinas de cardio tienes que cruzar primero por los inmensos océanos de sudor de esta gente que cree que en dos días va a recuperar la forma que lleva descuidando toda la navidad. Está rico todo, los mazapanes no. Los mazapanes entretienen porque uno se pone a moldear figuritas y eso, pero para comer yo, al menos, prefiero plastilina. Los turrones me parecen guays. Este año mi abuela ha traído una buena selección entre turrón del blando, del duro y el de chocolate. Todos de buena marca. Se conoce que lo que se ha ahorrado en el jamón lo ha invertido en turrones.

NOTA: 8. Lo mejor de las navidades. Ojo con el turrón del blando que, si no se acaba, pasará a ser el turrón duro de los años siguientes.

Quería poner una foto del turrón más caro del mundo, pero siempre me equivoco de año

Postre 4: Unos bombones para acabar la velada con buen sabor de boca. En casa de mi abuela siempre hay una caja roja y unos Febrero Rocher (Si, ella los llama así). Suelen combinarse con unos Bailes. No, no es que mi abuela lleve el ritmo en las venas precisamente, su actividad física se reduce a ir de casa al Mercadona y del Mercadona a casa, que lo tiene en la puerta de al lado. Bailes es como la buena mujer llama a los Baileys.

NOTA: 9. No se me ocurre forma mejor de acabar. Te vas a casa contentillo, calentito y con los bolsillos llenos de los envoltorios de los bombones, que ya uno no sabe que hacer con ellos.

PUNTUACIÓN GENERAL: 8,5. Notable alto, para una cena que, pese a dejar ver los efectos de la crisis, ha sabido llevarlo con mucha clase. Recordemos que nuestros mayores han vivido en la posguerra y ellos, como nadie, saben hacer que la carne de gato parezca una hamburguesa.

El Jesucristo Metrosexual les desea, pasen una vuena vela en la celebración de sus 2012 cumpleaños.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Una Historia del Guinarbronx. Parte II

No recuerdo bien la fecha, pero si recuerdo que un día alguien cometió la valentía de traer un Mew a clase ¡UN PUTO MEW! El juego no dejaba capturarlo, alguien tenía que habérselo pasado de tapadillo. Cuando fui a pedirle a su legendario, se negó a entregármelo. Me pedía a cambio 200 pesetas... ¿¡ Me estás tomando el pelo!? Tenemos 8 años ¡¡Eso es una fortuna!! ¿Quien coño te crees que eres pa atreverte a pedir dinero por un Pokémon? Es más ¿quién coño te crees que eres para pedírmelo a mí?* Para aquel entonces ya se sabía que había una forma para clonar los Pokémon y este cabrón quería sacar dinero de ese Mew vendiéndoselo a toda la clase.
 
"Olvidas una cosa hijo de puta, para clonar sigues necesitando el cable, me necesitas a mí y yo ahora no quiero colaborar contigo". Mis hombres no tardaron en iniciar una campaña de difamación en que se le acusaba de seguir haciéndoselo en los pantalones (En esas fechas desconocíamos la palabra gay y no pudimos atacar por ese frente), le hundimos la moral y acabó entregando el Mew. Ni vendiendo millones de Mews podría haber pagado lo que sus padres se gastaron en psicólogos. Rompimos su infancia, si, pero lo más importante es que dimos una lección.

Al menos, tuvimos la decencia de conseguirle al chaval una nueva habitación y una chaquetita para que no pasara frío
 
Puede que para entonces se me hubiese ido todo un poco de las manos. Éramos la mafia de los Pokémon, aquello tenía que durar para siempre, nos las prometíamos felices, íbamos a ser ricos, vivir una vida de lujo y poder... mas no fue así. El cable Link lo vendían en cualquier tienda  y pronto lo tuvieron otros críos de la clase. Intentaron seguir mis pasos, con dificultad, pues el ser primero en algo es una ventaja pero estaba claro que eran una amenaza para mi emporio. Así pues, tenía que tomar medidas, y ya de entrada desestimé la violencia. Con más sangre sobre mis manos solo iba a lograr dar con mi culo en un reformatorio. Les ofrecí un trato que no iban a poder rechazar: repartirnos el mercado. Íbamos a agremiarnos, era mucho más cómodo que competir entre nosotros y, al ser más, era más fácil controlar al resto de la clase.

Así se cerró el trato que nos iba a dar el dominio sobre el resto de chavales, aunque sin trajes y con unas ridículas batas de cuadros.
 
Y así fue, pasé de ser el señor de los Pokemon a ser el capo del Cártel de los Pokemon. Las prácticas seguían siendo las mismas, la diferencia es que siendo más, teníamos que repartirnos el botín. No obstante, también tenía la gracia de compartir historietas de cómo conseguíamos extorsionar a nuestros compis... éramos grandes....no, éramos COLOSOS.

Ya lo dice el refranero, que no hay mal que cien años dure, y nosotros éramos el mal. Solo una persona podía acabar con nuestro chiringuito. Y voto a tal que lo hizo. No fue otra que la mismísima Nintendo. No tuvo nada mejor que hacer que sacar, al cabo de un par de años, las ediciones Oro y Plata donde ¡Podías clonar pokemons sin necesidad de un cable!

¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!

Todo sobre lo que se había construido nuestro cártel ahora estaba al alcance de cualquier hijo de vecino. Nuestro poder se desvaneció. Yo tuve que utilizar la vía honrada para volver a ser el maestro Pokémon de mi clase. Pero aprendí varias lecciones. Lo que fácil viene, fácil se va y tratar a tus Pokémon con amor y respeto siempre es mucho más gratificante que usarlos como un medio para llegar al poder.

Años más tarde, salieron las ediciones Rubí y Zafiro, no creáis que no pensé en volver a ser la persona que fui antes, ese diablo de negro corazón me llamaba otra vez, mas era demasiado tarde, pues aquella gente que en su día hubiesen dado hasta la dignidad por un pokémon, ahora, esa misma dignidad, la entregaban por el roce con las mujeres de su clase...



El mundo se volvió loco, o puede que el loco fuese yo. En cualquier caso, ya no había un lugar para mí.




* Este chico tuvo la primera idea sobre lo que luego sería los DLC's de pago.

martes, 9 de octubre de 2012

Ciclo de minipublicaciones de actualidad: 2.- Una Historia del Guinarbronx. Parte I

Para quien no lo sepa, el Guinardó es un barrio del noroeste de Barcelona, un barrio mayormente habitado por abueletes y gente de bien. No es porque sea mi barrio, pero debo decir que es un sitio de lo más tranquilo en el que nunca pasa nada. Eso en general es algo bueno, pero no cuando los de otros barrios vienen a meterse con la gente del nuestro puesto que nosotros no tenemos nada con lo que amenazar. Hay gente de otros lugares que cuando se le ponen farruco dice "Ehh, conmigo no te metas que soy de La Mina" y ahí es donde tu te cagas, porque nunca has pisado ese barrio personalmente pero te han contado todo tipo de historias sobre él. Decir "Ehh, que soy del Guinardó" poco menos que te aseguraba una paliza y por eso, la gente que vivía en mi barrio unos años antes que yo, quiso acabar con esa realidad y dotar al barrio de la presencia que necesitaba. Para ello, esa gente empezo a colgar zapatillas de los cables de la electricidad y a inventar leyendas urbanas sobre gente muy chunga que habitaba ese barrio. Puede que la leyenda más famosa fuese la de "El Moha" un tipo al que todos temían pero que nadie conocía personalmente. Y fué entonces cuando el barrio empezó a ser conocido como "El Guinarbronx". Ahí es donde tiene lugar esta historia...

Esto es lo que entonces era el summum de la tecnología para el ocio


Corría el año 1997, yo por aquel entonces tenía 7 años. La tecnología no era lo que es ahora, en casa no teníamos ni ordenador y las películas se alquilaban el videoclub. Recuerdo a mi padre decir muchas veces eso de "Yo si no viene rebobinado, no rebobino ¡Coño ya!". Ese año, cuando llegó Navidad, me regalaron una flamante Game Boy Pocket. Diría que con esa máquina lo flipé en colores, pero no, la Game Boy Color no me la regalarían hasta dos años después. De juegos me regalaron lo típico, uno de esos cartuchos que vendían en las tiendas de indios que ponía "100 juegos en 1" pero cuando habías pasado los primeros 7 juegos, todos eran repeticiones de los primeros con otros nombres. Como cualquier otro año, el día despues de reyes nos dejaban ir al colegio con los regalos de navidad, y ahí vimos que muchos llevabamos nuestras Game Boys con el cartucho ese, de un color gris aburrido, todos eran del mismo gris. Todos, menos uno. Ese uno era de un azul que resaltaba sobre todos los demás, un azul que lo situaba varios peldaños por encima de la jerarquia de los cartuchos.

Ese chaval, como una especie de profeta entre mortales, jugaba a un juego que marcó un diferencia. Mientras todos dábamos saltitos con el Mario cutre, el tenía un  juego de verdad. Un día, tuve la suerte de que me lo dejase probar y todo un univeso nuevo se abrió antes mis ojos. No hay que ser muy avispado para darse cuenta a estas alturas de que hablo del Pokémon Azul. Poco a poco, todos los chavales fuimos probando el jueguecito de marras y tal fue el caos que se originó que no sería hasta tres meses después cuando yo tuviese mi propia copia del juego. En cuanto la gente supo de él, el stock comenzó a escasear hasta que un día mi padre consiguió traerme a casa uno de contrabando, puede que desde Andorra, no es que sea algomuy glamouroso, pero joder, al menos no venía metido en el culo de un moro.

Mi reacción al ver el juego puede que fuese algo así.

Los Pokémon rápidamente pasaron a ser parte importante de nuestras vidas. Cada uno tenía el suyo y quién no tenía no existía para el resto de la clase, pues todo giraba entorno a ellos. Yo empecé con un Squirtle que a los tres días ya era un Blastoise todo pepino y así hasta pasarme la liga Pokémon. Cuando todos nos habíamos pasado la liga Pokémon el juego ya nos empezó a saber a poco, había que explotarlo más; hacer combates entre nosotros, conseguir los 150, cambiar Pokémons... No teníamos forma humana de hacerlo, entonces no existia el wi-fi ni el bluetooth. Pero un día, un glorioso día, mi padre de nuevo salvó la situación trayéndome a casa un cable Link. Con eso empezó mi emporio...

Esta mierda te garantizaba el poder para gobernarlos a todos


Por supuesto, como niño bien educado que era, empecé a llevar el cable al colegio. Gracias a mi pudimos empezar a cambiar Pokémon y echar combates entre nosotros, con eso, la competitividad empezó a aflorar y, en una situación así es bueno ser quien ostenta el poder. Ningún Pokémon se cambiaba sin mi consentimiento, ningún combate se realizaba sin yo saberlo. Tenía el monopolio, el dominio absoluto sobre los Pokémon de mi clase y como todo hombre poderoso, mi única meta era aumentar ese poder. Quería tener los mejores Pokémon de cada uno, al fin y al cabo si querían cambiar un Pokémon nuevo tendrían que acudir a mi, sabía que había en el PC de Bill de cada uno de ellos. Recuerdo con especial ilusión la vez que vi a un chaval con un Wartortle a nivel 32 con tan solo haber derrotado a un líder de gimnasio. Esa criatura tenía el mayor potencial que jamás había visto y no era yo quien lo tenía.

Obviamente, no podía hacerlo todo yo solo. Tabajaba en equipo con mis hombres de confianza, quienes me ayudaban a perpetrar mis fechorías y yo, a cambio, no les robaba sus Pokémon y compartía con ellos parte de mi botín. Ellos fueron quien cogieron el cartucho del chaval del super Wartortle en un momento de distracción. Cuando fue a seguir con su partida, el orgulloso líder de su equipo había sido misteriosamente reemplazado por un Caterpie a nivel 3. Y no os podéis imaginar la de Articunos que tenía. Joder, estaba en la puta cima del universo sin ser nada más que un puto niño gordo con un cable. Debía defender ese poder a cualquier precio. Si alguien se negaba a entregarme sus Pokémon iba a lamentarlo, pues no dudaría en inflarle a latigazos con el propio cable Link hasta que cambiase de idea. El primer Mewtwo que tuve, aceptaron cambiármelo por un Nidorán macho cuando a su dueño original le quedaban segundos para morir asfixiado por el cable Link.


Así era como me gustaba verme por aquel entonces



Esto se está alargando demasiado y no quiero aburrir con mis historietas. Mañana sigo con esta historia de ambición y poder... ARRIVEDERCI.


jueves, 4 de octubre de 2012

Ciclo de minipublicaciones de actualidad: 1.- El Barato

Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que en el mundo desarrollado reinaba el optimismo y la prosperidad. Las economías nacionales crecían y crecían, la gente era feliz con sus trabajos, con sus estudios, con su familia. Una vorágine de consumismo nos absorbía y eso propiciaba un crecimiento aun mayor mayor del los PIB's, de la industria... era la edad de oro del capitalismo. Mas quisieron un día que los azares de un sátiro destino corrompiesen ese positivismo y dejaron que la crisis económica, el más grande de los Titanes del Tártaro de nuestro días, viese su vía libre hasta el mundo mortal y, con ello, se desatasen el pánico y el caos del que ahora somo víctimas.

Vivimos unos tiempos sombríos en que, si antes todo eran baby booms y primeras marcas, ahora, los que hemos resistido al irresistible azote económico que ha llevado a algunos a acabar con sus vidas, nos hemos lanzado de cabeza al consumo de las mal llamadas marcas blancas.

Esta es la clase de pinta que presentan las marcas blancas. Terrorífico ¿Verdad?

 Las marcas blancas dan a las familias el respiro financiero que tanto se anhela en estos días. Permiten llenar el carro de la compra de todos los productos necesarios para llevar a cabo un estilo de vida digno a un precio muy inferior al de las marcas convencionales, pero ¿Sabemos a costa de qué? ¿Cómo consiguen estas empresas unos precios tan inverosímiles en un mercado tan competitivo como el actual? Muchos dirán que es porque estas marcas prescinden de la publicidad y las acciones de márketing, pero nada más lejos de la realidad. Para hallar esta respuesta vamos a echar mano de uno de los más antiguos campos científicos, esta vez no hablaremos ni de economía, de márketing ni de nada que, a priori, se le parezca, hoy hablamos de la química.

Has leído bien, hijo... LA QUÍMICA


Vamos a tomar un ejemplo para ver fácilmente la causa de los precios bajos. Tomemos una lata de auténtica y genuina Fanta de naranja y otra de refresco de naranja Aliada. Aliada es la marca blanca del Corté Íngles, nótese que no me ha hecho falta ir a buscar al más sórdido de los supermercados de barrio para encontrar en su marca este fenómeno. Abre esas dos latas y echa un trago de cada una de ellas. "Mmmm, rico y refrescante" dirás cuando cuando pruebes la Fanta, pero: "Bueh, podría ser peor", cuando pruebes la Aliada. Ahora vierte cada uno en un vaso transparente y observa como el color de la Fanta, no solo es más opaco, si no que además transmite más calidez espiritual.

Esto es el efecto de uno de los compuestos químicos más desconocidos pero más usados hasta la fecha: El Barato. El Barato es la causa de ese sabor tirando a rancio, a pasado del refresco Aliada. Estas empresas lo que hacen es coger el producto genuino ya manufacturado y comprado al por mayor y mezclarlo con barato, variando su proporción en función de la marca de la que estemos hablando. De hecho, Aliada, es una de las que menos barato usa en la composición de sus productos, pero no me gustaría tener que hablar ahora de la Siti Cola del LiDL. Una de las características principales y más curiosas del barato es que se adapta a cualquier forma, desde un líquido transparente para la producción de bebidas hasta forma de pizza para la producción de, pues eso, pizzas.

El coste del barato es infinítamente inferior al de cualquier otro producto conocido. Con un solo céntimo se podrían comprar toneladas de barato en su forma más básica. Ese bajo coste y, de paso, el sabor a rancio y olvidado en el almacén del Carrefour cuando aun se llamaba Continente deriva de su proceso de fabricación, que parte de una infusión de hojas de periódico de las de color sepia, cartas Magic de las primeras ediciones y pastillas Fizz Roll amarillas entre tras muchas cosas que aun no se han descubierto (El gremio del barato es realmente secretivo en cuanto a su proceso productivo). Una de las formas más agresivas y polémicas del  barato es el conocido como garrafón, un invento del lobby de los carritos de bebé creado especialmente para propiciar los encuentros sexuales espontáneos y así aumentar su mercado potencial.

A la izquierda, un genuino Twix, a la derecha, su homólogo del LiDL. 50% Twix, 50% Barato, 100% Retortijones

El uso de este compuesto no se limita solo a la industria alimentaria. ¿Ta has preguntado alguna vez por qué la ropa de tu casa huele peor desde que tus pequeños hermanos gemelos vinieron al mundo? Puede que tu madre cambiase de suavizante y se pasase al Bosque Verde. Flagrante es el caso de unos falsos Phoskitos, comercializados bajo su nombre genérico "Espirales de bizcocho" cuya cobertura de chocolate llevaba tanto barato que se plastificó ella sola dando lugar al primer Phoskito acorazado de la historia. A día de hoy ese pseudo-Phoskito sigue intacto, totalmente ajeno al paso del tiempo.

¿Cual es el efecto del barato en el organismo? Sorprendentemente, positivo. A largo plazo, el cuerpo humano ha demostrado la capacidad de adaptarse a los productos de marca blanca asombrósamente rápido. En un estudio realizado por el instituto Charles J. Goldmeyer se ha comprobado que el 100% de las personas sometidas a una sustitución de sus productos habituales por otros de marcas blancas han sobrevivido y, no solo eso, también han desarrollado una capacidad de adaptarse al medio exterior un 347% superior a la de aquellos que consumen marcas de fabricante. Esto es así porque sus estándares han disminuido tan drásticamente que, donde un individuo normal moriría de inanición, a los sujetos del estudio no les ha dado ninguna clase de reparo desde comer pequeños insectos hasta chupar restos de suela de zapato con tal de llevarse algo a estómago.

"Después de probar los garbanzos del Sorli Discau, servidor ya no le hace ascos a nada" - Comenta uno de los participantes en el estudio.

Gracias una vez más por leerme y espero que esta información le haya sido de utilidad

¡AGUR!



viernes, 2 de marzo de 2012

La verdadera historia del Cristianismo: Parte 1: Orígenes

Capítulo 1

La vida en Belén nunca ha sido algo ajetreado, más bien todos los allí residentes se quejan de que no hay nada más que hacer que ordeñar vacas, cazar patos, pescar y todo lo que alguna vez se haya visto representado por alguna figurita del pesebre. Hasta morir es aburrido en Belén, de todas las muertes que allí se han registrado, la más emocionante fue la un señor que se cayó por el pozo del pueblo y tras varios días murió (A decir verdad podrían haberlo salvado, pero decidieron, en un pleno del ayuntamiento dejarlo allí porque todo pueblo que se precie tiene terroríficas historias alrededor de sus pozos y Belén aun no). Quiso el retorcido sentido del humor del destino, que un día toda esa paz se fuese y Belén se convirtiese en el pueblo con más marcha de la Tierra.

El origen de esta historia se sitúa en el infierno, un lugar poco agradable, lleno de pantanos de lava incandescente, barbacoas de carne humana y criaturas disformes que, pese a su disformidad, su forma recuerda bastante a la de un coño. Por convenio entre fuerzas metafísicas estaba acordado que aquellas criaturas que no cumpliesen una serie de normas de convivencia durante su estancia en la Tierra serían allí enviadas como castigo y torturadas por toda la eternidad. De entre todas esas criaturas, destacaba una por su maldad. A su lado, hasta el más horrible de los coñoides monstruos no era más que una monjita de La Salle. Su lugar en el infierno no era si no el Trono del Averno. Conocido por unos como Belcebú, por otros como Satán, también como Leviatán, eran los más quienes ni siquiera osaban pronunciar su nombre.

El día llegó en que la avaricia de aquel demonio entre los demonios le llevó a pensar que un infierno no es suficiente, y que tal magnanimidad era merecedora de no menos que un universo, y así inició una incursión al mundo mortal, abriendo con su magia portales por los que las hordas infernales llegaron a la tierra. Poco a poco, la maldad se fue apoderando de todos los prados de Dios y aquellos que no caían acero en mano, eran corrompidos y se unieron a la causa del Señor Oscuro. En vista de aquello, Dios mandó cuanta ayuda le fue posible para ayudar a los hombres de bien a combatir esa amenaza. Por desgracia, la intervención divina no fue suficiente y cuando no quedaba de su lado la pequeña aldea de Belén, fue cuando optó por tomar medidas más drásticas.

Ni el duro azote del caos bastó para acabar con el estilo de vida apacible de Belén, pues era tal el poder divino empleado para proteger ese último reducto, que los demonios no podían penetrar en él. No obstante, alguien que ha gobernado el Universo durante tanto tiempo, es lo bastante sabio como para saber que dicha protección no aguantaría para siempre, así que su forma de vencer al infierno fue otra...

Capítulo 2

José era un hombre amado y respetado por todo el pueblo, incluso admirado, pues era de entre todos el más mañoso, años de experiencia en el sector de la carpintería le avalaban. Sus vecinos cada mañana iban a saludarle y a llevarle parte de sus cosechas, pescado, carnes o presentes en compensación por el mobiliario que él les había hecho, siempre ajustándose a todo tipo de hogar y presupuesto, el cual podían solicitar en cualquier momento sin compromiso. Con él, vivía María la Virgen, su mujer. Bella como ninguna y casta como la que más. Era por todos sabido que era tan puro el amor que entre ellos dos había, que jamás ninguno de los dos había sucumbido ante los placeres de la carne.

El bueno de José, presentando un programa de Bricomanía

María se dedicaba a recopilar conocimiento social, lo que viene siendo el marujeo. Salía cada mañana a la plaza a hablar con las amigas y observar al vecindario, nada escapaba a sus sentidos, aunque es tampoco es ningún mérito en el pueblo más aburrido del mundo. A la puesta de sol, volvía a casa con José. Repitiose esa rutina durante años y años hasta que un día salió, pero no volvió. En su lugar, una paloma blanca se posó sobre el alféizar de la ventana de la casa de José y, cuando este abrió la puerta, la paloma se metió dentro y, con un gesto casi humano, pareció querer acompañar a José en la añoranza de su amor extraviado.

Todo el pueblo se hizo partícipe de el dolor sufrido por José, pues a nadie escapaba su tristeza. ya no era el robusto hombre que a paso firme y orgulloso blandía su hacha talando arboles para luego hacer armarios. Ya solo era un triste y apocado ser que iba de bar en bar o, mejor dicho, de un bar al otro, pues en Belén solo había dos, el de por la mañana y el de por la tarde. Todo el pueblo quiso hacer algo por consolarle pero el cada vez estaba más hundido en su propia miseria hasta que, un día, en mitad de una literariamente conveniente tormenta la puerta de su casa se abrió, y una oscura silueta ermergió de entre la lluvia.

Capítulo 3

La misteriosa figura dio un paso al frente, revelando así su rostro, un rostro familiar. Al verlo, un sobresaltado José corrió hacia la puerta exclamando:

-"¡María! ¡Has vuelto! ¿déonde has estado todo este tiempo?

-"No te puedo decir donde he estado, ni yo lo se, solo recuerdo que era un lugar maravilloso" Respondió María, quien aún parecía conmocionada. Al decirlo, levanto su rostro y miró a José a los ojos y, tras un silencio que se prolongó durante unos segundos, le dijo José:

-"Pero dime, María, que te ha pasado, tu cara desprende una luz que jamás había visto"



Al oír esto, el rostro de José cambió su expresión a una a medio camino entre el enojo y el escepticismo. No pudo por más que preguntar:

"De buena esperanza... ¿preñada dices? ¿¡Pero Como!? Después de haber desaparecido durante más de dos meses, vienes aquí diciendo que has yacido con otro hombre esperando que te reciba como si nada hubiera pasado... ¡Pero tendrás poca vergüenza!"

-"No, José, puedo explicarlo... no ha habido ningún otro hombre, sigo siendo tan casta como la que desapareció hace dos meses. El bebé apareció solo, y ahora me hace feliz, quiero que lo criemos entre los dos como si fuese nuestro..."

La expresión de José pasó, si cabe, a ser más incrédula, reprimiendo con ello parte de su enfado

-"Pero vamos a ver, que cojones me estás contando María ¿De veras crees que me voy a tragar esa mierda? Que puedo ser de FP, pero no Gilipollas."

Pese a todo, algo hizo que acabase creyendo lo que María le contaba y decidió seguir adelante con el niño los casi siete meses que faltaron hasta que María dio a luz, un evento que nadie en el pueblo quiso perderse. Y allí estaban pues, todo el pueblo, ante una indigna María abierta de piernas y sin depilar, con un barreño de agua caliente debajo del culo y chillando cual gato al que le pisan la cola. Tras un buen rato del morboso espectáculo, una masa informe de extremidades y placenta salio de allí y solo tras un buen lavado a fondo, se dejo ver a una preciosa criatura a la que nadie pudo dejar de admirar. En ese momento, la paloma de José emprendió el vuelo hasta posarse entre el niño y las gentes del pueblo para acto seguido transformarse en una mujer alada.

La mujer, robo la atención de todo el pueblo, pues su cuerpo era de verdadero escándalo, sus violáceos cabellos mostraban matices nunca antes percibidos por el ojo de un mortal, sus ojos brillaban con luz propia y sus pechos que, para que nos vamos a engañar, es lo que todo el mundo querrá saber, desprendían auténtico deseo. Con una voz autoritaria y sensual a partes iguales, se dirijó al pueblo:

-"Este, amigos mios, es el hijo de Dios, enviado a la Tierra para que una vez el muro que nos separa de los demonios caiga, nos conduzca a la salvación. Cuidadle, educadle y tratarlo con amor, y él será quien os salve. Ignoradme, y condenar vuestra eternidad al abismo."

La figura del glorioso ángel que anunció la llegada del salvador
La muchedumbre empezó a gritar vítores ante el ángel y, pese a que la mayoría de ellos hacían referencia a cosas por las que esa noche muchos hombres durmieron en el sofá, el pueblo acepto a aquel niño como si fuese de todos. Una voz sobresalió por encima del resto:

-"¿Habrá que ponerle un nombre al crío, no?"

En ese momento, el pequeñín estornudó.