martes, 1 de octubre de 2013

Unos apuntes sobre língüistica: Optimización de la lengua.

Nacer bilingüe es algo de lo que no todos pueden presumir. Yo si puedo, es más, voy a hacerlo. Porque aunque no naciese técnicamente bilingüe, a los cuatro años ya dominaba dos idiomas y puedo alardear de que la mayoría de mis allegados también podían hacerlo, cosa que me situa en un ámbito cultural muy elevado.

Vale, no, en realidad eso es lo más normal cuando naces en una de esas partes de España con idioma propio. Cataluña es uno de eso lugares en que a uno le viene esta habilidad de serie, uno puede manejar indistintamente dos idiomas, es como el dual wielding de la expresión oral. No sirve de mucho, la verdad, pero te da un +5 en peleas contra madrileños.
I encara no m'has vist la pistola més grossa, mossa
Entre las ventajas de esta habilidad se encuentra el acceso a una mayor oferta cultural, poder ver a Son Goku con un doblaje decente y el uso de la interjección "¡¡Cuyons!!" que tan expresiva puede llegar a ser. El oscuro y terrible precio a pagar por todo esto es un ridículo acento a la hora de hablar castellano que, si no te llamas Eugenio y cuentas chistes, te hace parecer gilipollas. Realmente gilipollas, que hasta un gallego se puede reir de nosotros con pleno derecho.

Tras años de uso de dos idiomas, uno se da cuenta de lo que podría aportar una lengua a la otra y, por ello, he aquí mi aportación de las siguientes propuestas para reformar la lengua castellana. Todas ellas tomadas del catalán con el objetivo de optimizar en palabras y reducir la incultura:

  1. Propongo eliminar del diccionario las palabras "Albóndiga" y "Almóndiga" eliminando así la posibilidad de incurrir en garrulismo y sustituir ambas por la palabra "Mandunguilla". Mandunguilla es mucho más descriptivo al incluir el prefijo "Mandu-" que indica que estamos hablando de manduca y el sufijo "-illa" que nos indica que no es muy grande.
  2. Por lo malsonante del término, creo conveniente reemplazar la palabra "Fiambrera" por "Carmañola" y emplear la anterior como sinónimo coloquial de ataúd. Así fiambrera querrá decir verdaderamente: "Recipiente que alberga un fiambre en su interior".
  3. Que el documento e que se muestran los resultados académicos de una persona pase de llamarse "Boletín" a llamarse "Bulletí". Sabemos que el 90% de veces que uno de esos llega a a la vista de unos padres, sobreviene una bulla de proporciones considerables. La palabra "Bulletí" ya lleva al chaval avisado. Claro que, siguiendo esta lógica, acepto simplemente el cambio por "Voletín" puesto que la mitad de veces que yo enseñaba el mío a mis padres, salía volando por la galería.
  4. Cambiar "Berberecho" por "Escupiña" ¿Realmente hay que explicar esto? Parece que nadie se haya parado a pensar en el aspecto que tienen esos bichos y, aún así, hay personas que deciden meter sus dedos en una lata llena de la más sórdida de las salmueras (y va ganando en sordidez a medida que más y más gente decide meterlos). Dejan que la roña de entre sus dedos, también la de debajo de las uñas, vayan poco a poco formando parte de esa demoníaca solución e agua con sal y de ella se toma una de esas criaturas. Dicen que Dios creó a todas las especies a su imagen y semejanza. En este caso creo que no. Tomó a su mujer como modelo y, a juzgar por el resultado, tenía muy claro a dónde debía mirar. El caso es que cuando alguno de esos desaprensivos hace tal acto, normalmente, se da cuenta de que la ha cagado y procede a escupir ese desagradable error cuan lejos le sea posible. Es por eso que, como en el caso de Mandunguilla, creo que debe usarse la palabra que más define al elemento.
  5. Me gustaría conocer al primero que pensó en llevarse esto a la boca
  6.  Siguiendo con el tema de alta mar, por que no llamar "Tuñina" al atún. No solo es una forma de ganar más eñes, de las que tanto nos gustan en nuestro idioma, si no que, además, nos deja la palabra atún libre. Podemos usarla para denominar a lo que ahora llamamos "Bonito" así evitamos más lágrimas de niños feos en las pescaderías a los que ante la petición "¿Me podría poner bonito?" les mandan a Lourdes a pedir milagros. De acuerdo, prometo que esta es la última vez que cuelo un chiste tan malo, los duendecillos me obligaron a hacerlo.
  7.  Leñador... Si bien es verdad que la palabra no está mal, Lleñataire me gusta más, no tengo ninguna mejor justificación que esa, pero me parece prou buena. La musicalidad de la palabra le da un plus de epicidad a un oficio que ya de por sí rezuma hombría y leyenda en cada una de sus letras.
  8. Hablando del rey de Roma. ¿Para que necesita un idioma palabras engorrosas como "bastante" y "suficiente" cuando con un rápido y efectivo "prou" o "prau" tenemos prou... o prau, como ustedes prefieran. Ya no es un simple tema de economía letrística, es por expresividad. Cuando una cosa se va de madre, más vale detenerla con un "¡PRAU!" Y aquí paz y después gloria que estar diciendo: "Bueno chicos, suficiente, creo que ya hemos propinado bastantes patadas a este pobre indigente"

Señores de la RAE, espero haber servido de ayuda y que tengan ustedes en cuenta mis aportaciones. Gracias














1 comentario:

  1. Saludos, conyu, aquí su cónyuja experta en letras va a proceder a hacerle algunos comentarios sobre sus sugerencias:
    1. "Cuyons" nunca tendrá la misma fuerza que un "cojones" pronunciado por un madrileño de pura cepa. Lo sabemos los dos.
    2. Sin embargo, te apoyo al 100% con lo de mandunguilla, me parece la palabra más adorable que he oído en mucho tiempo *.*
    3. Lleñataire no lo sé pronunciar, así que me quedo con leñador, que lo pronuncio divinamente.

    De todas formas, cuando lleve a cabo mis planes de dominación mundial (que empezarán, como sabes, conquistando el sillón de la Ñ en la RAE) estudiaré tus propuestas más a fondo.

    ResponderEliminar